Consecuencia de este enfoque es que el evangelista nos haya transmitido un enriquecedor cuadro de la cristología de la iglesia primitiva, cuadro que podría resumirse en cuatro puntos fundamentales:El resucitado es el mismo que fue crucificado (no es un aparecido), lo confirma el hecho de que les muestra sus manos y el costado, con las cicatrices